Nocturno puro
Yo no canto el nocturno
sentimental de las cosas que se amaban...
Yo aprisiono esa luz de tinieblas,
-cascadas con destellos claros de azabache-
que resbala del cielo profundo.
Estrecho en mis manos de aurora
el latido inmortal de la noche,
y mi sangre revienta de gozo
embriagada de un mosto inefable.
Entonces, yo... me pierdo..., me pierdo
-borracha de estrellas y lunes-
por las dulces veredas del sueño,
como espectro radiante de sombras.
¡Y cantan mis miembros
musicales nocturnos a la noche desnuda!
Sólo una vez
Sólo una vez.... la bárbara tormenta
del amor ha venido a visitarme.
Fue un rayo astral, que vino a despertarme,
zarandeando mi vida cenicienta.
La sangre me abrasó con una cruenta
ferocidad, que aún viene a quitarme
la paz por el recuerdo, y asestarme
su cuchillada pérfida y sangrienta.
Después de esa tormenta enloquecida,
otra vez... en el cielo de mi vida,
salió el sol con su fúlgido aletazo.
Pero el recuerdo de aquel tiempo umbrosos
a mí, ahora, no me da reposo,
y sufro aún..., muchas veces, su trallazo.
Ana Iniesta
De: "Palabras a la Deriva". ANUESCA. Albahaca colección, 2008
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