Acaba de morir Neil Armstrong.
Un hombre discreto que, sin duda sabedor de que la fama podía destruirle (como le ocurrió a Lindbergh), nunca hizo ostentación de su condición como primer humano que pisó la Luna. Tuve ocasión de hablar brevemente con él en una ocasión: hacía votos porque la Luna fuese patrimonio de toda la Humanidad y porque no reproduzcamos allí las estúpidas fronteras y disputas nacionales... Supongo que si pudiésemos preguntarle, como al resto de los astronautas del Apollo, cuál ha sido una de sus mayores frustraciones, diría que no haber podido ver que los humanos regresábamos a la Luna. De lo otro, de esa caterva de charlatanes e ignorantes que se dedican a poner en duda aquello, sólo decir que es una muestra más del grado de gilipollez al que ha sido capaz de llegar la Humanidad desde 1969 hasta aquí. Descanse en paz.
C. Mas
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